Como todos los días, por la mañana me encuentro con varios compañeros de noveno grado para
ir caminando hasta la escuela. nicolas, mi compañero de banco, el más alto y corpulento del curso.
bruno, flaquito y pálido, siempre con miedo a todo. mariano, el mas calenton, le decimos el carpa,
por el que todas las chicas se dan cuenta cuando esta al palo, y yo, moises.
Siempre salimos temprano, para ir charlando tranquilos y siempre pasamos por un lugar piola.
En realidad, nunca entramos y desde la calle apenas podemos ver algo. El predio debe ocupar unas
dos cuadras.Está rodeado de un paredón altísimo, pero una reja flanquea la entrada. A través de
la reja podemos ver estacionados, decenas de colectivos echos bolsa.
mi viejo dice que cuando los colectivos tienen un accidente o el choque es muy grande, muchas
veces no conviene arreglarlos porque es muy caro, entonces los remolcan hasta ese depósito y
los usan como repuestos para otros vehículos.
La verdad es que solo vimos entrar o salir a un tipo que llega por las mañanas que parece
ser el cuidador.
Para nosotros es como un parque de diversiones inaccesible al que miramos con la pretensión
de poder ingresar algun dia. Muchas veces es nuestro tema de conversación. Que por
donde se podrá entrar, que qué pasaría si saltáramos la reja, que si el tipo lo cuidará
día y noche, y así continuamos divagando sobre la posibilidad de meternos en el
depósito vehicular.
Por la tarde, al volver de la clase de gimnasia, vimos que el cuidador estaba cerrando
la reja y luego se iba caminando despacito hacia la parada de colectivos.
nicolas, vio al instante una oportunidad.- ¿Y si entramos? Nos preguntó entusiasmado.
-No, mejor nos vamos, dijo bruno con esos ojos de cordero miedoso.
-¡Si! ¡Dale, entremos! Se entusiasmó el bacha.
Yo miré el reloj y vi que todavía era temprano. ¡Total! ¿Cuanto tiempo tardaríamos en dar
una vuelta?, con una hora alcanza y sobra, pensé.
nicolas ya estaba montado en lo alto de la reja y nos daba una mano para ayudarnos a treparla.
bruno, como siempre, fue el último. Enganchó la pierna en el travesaño y mientras trepaba
repetía: -Nos van a agarrar, va a venir la policía, nos van a dar una flor de paliza.
nicolas enojado le gritó-¡O te callas o te vas!
Ya estábamos todos adentro. Era un paraíso. Colectivos de todos los colores y de todas las
líneas, acarreando tremendos choques. Algunos hacía rato que estaban allí, por el óxido de
los hierros. Otros parecían más recientes. Había varios incendiados.
Nos llamó la atención el 24 de la línea 106. Todo el frente y el lateral derecho
destrozado. ¿Qué habría pasado? No quedaba una ventanilla sana de ese lado y los asientos,
tapizados en cuerina negra, estaban destrozados. El accidente debió ser terrible.
El interno 24 estaba medio inclinado, pero igual entramos a mirar. Todos menos bruno, que
se quedó petrificado en medio del playón.
Una niebla espesa comenzó a descender. ¡Qué humedad!, pensé.
En el interior, encontramos entre los hierros retorcidos de los asientos desencajados,
un chupete, un zapato, anteojos rotos, un dildo, otro zapato de mujer. Había vidrios
del tamaño de la sal gruesa desparramados en el interior. Un escarpín de bebé colgaba
del espejo retrovisor del conductor. Pensé que posiblemente eran las pertenencias
de los pasajeros.
Un grito nos sobresaltó. Salimos disparados a la carrera. Era bruno. -Algo se movió
allá atrás. ¡Vayámonos!. Dijo asustado.
nicolas preguntó: -¿Por dónde?
-Atrás del 64. Vi algo que se movió. Me quiero ir.
El bacha, le dijo -Es temprano todavía. -¡Vamos a ver! y salió corriendo hacía el sitio
señalado, seguido a corta distancia por nicolas que estaba a sus anchas.
Yo también tenía ganas de ir a investigar pero lo vi tan alterado a bruno que decidí
quedarme un rato con el y ver que pasaba.
Transcurrieron unos minutos y la impaciencia me estaba afectando.
¿Y? Grité.
-¡Vengan, Vengan! se escuchó la voz de nicolas. Lo agarré del brazo a bruno y
le dije: -¡dale gil!.
-¡No! ¡No quiero! espamento.
-!O venís o venís!. Le dije y lo lleve de la oreja.
Había un colectivo en perfectas condiciones. El 504 bis. nicolas
y el bacha se habían acomodado en su interior. nico estaba sentado al volante cual
conductor profesional. Subimos y nos sentamos en los primeros asientos. Todos al pedo.
Hasta bruno parecía contento.
De repente se cerraron las puertas automáticamente.
-¿Qué tocaste? dije.
-¡Nada! ¡No toqué nada!!en serio!
De pronto se encendieron las luces. -¡Algo tocaste! Le dijo el bacha.
nicolas sorprendido gritó : -¡Te juró que no! Y como un resorte saltó del asiento del
conductor para sentarse junto a nosotros, en los de pasajeros.
Nos miramos todos extrañados. Tavo comenzó a transpirar de los nervios y a restregarse las manos.
No habíamos salido de nuestro asombro cuando el motor comenzó a rugir. La palanca de
cambios se movió como por ricardo fort y el colectivo comenzó a avanzar lentamente por
el playón, conducido por quién sabe quién. El chofer fantasma puso segunda y avanzó a mayor
velocidad. Luego tercera y finalmente pasó en pocos segundos a cuarta.
El colectivo avanzaba por el playón, rodeando otro grupo de coches estacionados en el
centro del mismo a gran velocidad. Teníamos que sujetarnos fuertemente de los asientos para no caernos.
bruno lloraba y gritaba sin parar. Pronto los cuatro nos asustamos tambien. A nuestros
gritos se sumaron risas fantasmales que agregaron pánico a esa experiencia descontrolada.
De pronto sonó el timbre de la puerta trasera. El chofer fantasma redujo la velocidad, la
puerta trasera se abrió y se cerró en segundos para volver a tomar carrera rápidamente.
Los cuatro, impávidos sin saber que hacer, veíamos caer la tarde en nuestro viaje misterioso a ninguna parte.
La velocidad impedía que pudiéramos pararnos.
nicolas comenzó a arrastrarse por el piso mientras se sujetaba de los asientos y tomando a
bruno del brazo lo obligó a tirarse al piso hacia la puerta trasera. De repente, escuchamos
nuevamente el timbre de la puerta trasera, era nuestra oportunidad de escapar.
nico ya estaba con bruno junto a la puerta. El colectivo redujo la velocidad, frenó y la
puerta se abrió. nico y bruno se arrojaron del colectivo. El bacha y yo no llegamos a tiempo
ya que la puerta volvió a cerrarse en segundos.
nico y bruno que estaban a salvo, nos miraban espantados desde el playón. Y nosotros
continuamos nuestro viaje estirados en el piso junto a la puerta trasera, entre las carcajadas
de los espectros que nos acompañaban, con la esperanza de que alguno tocara el ansiado timbre.
La noche se acercaba. Mientras tanto, nico Y bruno arrastraron un par de cubiertas para depositarlas
en medio de esa pista macabra con la intención de detener al 504. Pero el fantasma maniobró
esquivando el obstáculo con destreza mientras lanzaba una carcajada que resonó como un tambor.
bruno penso que jamás podríamos abandonar esa máquina siniestra ya que el timbre no volvió a sonar.
nico seguía tramando la manera de detener al colectivo. Entonces, se paró a un costado y
estiró el brazo. El chofer detuvo su marcha y abrió la puerta delantera para permitir su ingreso.
Pero nico no subió. El chofer , entonces, volvió a acelerar en loca carrera.
Con el bacha nos arrastramos hacia la puerta delantera y esperamos. Nuevamente nicolas estiró
el brazo en un nuevo intento por detener la alocada marcha. El chofer frenó y abrió la puerta
delantera. Ahí nos abalanzamos y nos arrojamos rápidamente.
Estábamos a salvo. Un poco magullados, pero vivos. Salimos corriendo, trepamos la reja del portón
y llegamos a la calle. Cuando miramos hacía atrás. El 504 bis
estaba estacionado en el lugar de siempre.
Fin